Julio Anguita, el "comunista con sangre anarquista" cuya influencia creció con el paso del tiempo

ESPAÑA ELECCIONES ANGUITA:GRA066. CÓRDOBA, 31/05/2016.- El excoordinador federal de IU Julio Anguita, en entrevista con la Agencia EFE en Córdoba, ha dicho que no cree que, tras los comicios del 26 de junio, tengan que volver a repetirse las elecciones por falta de acuerdo, y ha augurado que el escenario más factible es el de una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos, "porque son lo mismo".


Julio Anguita (Fuengirola, 1941-Córdoba, 2020) llevaba dos décadas fuera de la política orgánica e institucional. Pero su capacidad de influir en las siguientes generaciones no dejó de crecer con el tiempo. No hay líder actual de la izquierda más allá del PSOE que, en algún momento, no haya cogido un AVE a Córdoba para debatir con Anguita, para saber su opinión, para conocer su análisis del momento político, para pedir consejo o para buscar su apoyo. 
Anguita, quien acaba de fallecer en Córdoba tras varios días hospitalizado por una crisis cardiaca, ha sido un líder político, y enseñante, que creció con el tiempo. Su auctoritas se agrandó en la medida en que salió de las estructuras del PCE y de IU, se sacó el traje y la corbata y recuperó la paz del dominó en el Sótano, aquel bar que hace esquina en la plaza de la Corredera de Córdoba. No es que se dijera que Anguita pasaba allí horas; es que de verdad lo hacía, con amigos que se habían ido a Ganemos, a Podemos o a Equo. Anguita respaldó a Alberto Garzón para liderar IU; celebró la confluencia con Podemos; y recibió la propuesta de Pablo Iglesias de formar parte del Consejo de Estado a finales de 2018, que terminó rechazando por motivos personales.
"Soy de la cultura del PCE de la clandestinidad, cuando trabajábamos donde podíamos. No podíamos exhibir el carné, trabajábamos apoyando un movimiento en donde creíamos que podía haber una fractura. ¿Por qué no recuperar eso? Ya nos reunimos una vez al año con la bandera. Retomo elementos del manifiesto comunista: proyecto y programa para generar contradicciones en el sistema. Y para eso hay que rechazar al narcisismo de mirarse al espejo", decía en la última entrevista con eldiario.es.
Y es que Anguita representaba el PCE del interior, aquel que mantuvo la lucha antifranquista bajo el franquismo, de ese PCE organizado en frentes de lucha –fábricas, universidad, sindicatos, Cultura, en lugar de por provincias electorales–, y que se vio atropellado en la Transición por el PCE del exterior, el eurocomunista de Santiago Carrillo y el exilio, que trasladaba hacia afuera una línea de continuidad con el 36 en un momento en el que España quería imaginar un nuevo país; al tiempo que apuntalaba la monarquía y el sistema del 78.
"Tuve la suerte de crecer políticamente en el Partido Comunista en el interior, el Partido Comunista del exterior bebió de lo que bebía", explicaba Anguita en una entrevista en el libro Voces del Cambio: "La alternativa de la izquierda era la alianza intersocialista y comunista. Hay otro comunismo y otro socialismo, claro, y el de la alianza electoral para formar un bloque parlamentario. Para los que estábamos dentro, por ejemplo, no existía el Partido Socialista, ¿cómo formábamos la alianza? Pues con la gente de la calle, cristianos, asociaciones de vecinos, ecologistas que ha- bía entonces, feministas, con lo que había, y, claro, al Partido Comunista del interior eso le hizo conectar permanentemente con la calle para ir acopiando fuerzas, lo que llamábamos entonces el bloque histórico. La diferencia entre estas dos concepciones del partido se manifestaron en la primera crisis. Y así Convocatoria por Andalucía e Izquierda Unida son los hijos del partido del interior, pero para el partido del exterior el esquema era rígido. No, no, no: PSOE, PCE y Comisiones Obreras. El partido del exterior y el partido del interior: esa es la gran diferencia que nos está enfrentando todavía. No se ha resuelto el dilema".
Anguita ganó la alcaldía de Córdoba en 1979, con apenas 37 años se convertía en el primer alcalde comunista desde la República. Al igual que, en 2020, algunos de sus discípulos han llegado al Consejo de Ministros 80 años después.En 1983 revalidó la alcaldía, y comenzó a ser conocido como el califa rojo por su gran apoyo electoral, precisamente un año después del batacazo de Santiago Carrillo, que dejó al PCE en 4 escaños en 1982 y provocó su salida de la organización para crear un nuevo partido, PTE-Unidad Comunista, que acabó integrándose en el PSOE.
En paralelo, Anguita, el referente del partido del interior, crece en el sur. 
El Documento de las Amapolas, de 1984, alumbra Convocatoria por Andalucía, un proyecto de confluencia impulsado por el Partido Comunista de Andalucía que lleva a Anguita a duplicar los resultados en las autonómicas, con 19 escaños y un 18% de los votos. Mientras, en el Congreso, el mismo día, Gerardo Iglesias logra pasar a 7 escaños, pero se queda por debajo del 5%.
Anguita había pasado de Córdoba a Sevilla y era cuestión de tiempo que cruzara Despeñaperros: ocurrió en febrero de 1988, cuando accede la secretaría general del PCE; a lo que le sigue la candidatura a las generales en octubre de 1989, 48 horas antes que fuera elegido coordinador general de IU.
Y lo hace en un contexto difícil hacia dentro y hacia afuera: Anguita accede a la coordinación general de IU escasos días antes de que fallezca Dolores Ibarruri y caiga el Muro de Berlín, que supuso en la izquierda una convulsión: desaparecía la competencia geopolítica al capitalismo; la socialdemocracia derivaba hacia la Tercera Vía y el PCI, el partido comunista más importante de la Europa occidental, se disolvía.
En las elecciones del 29 de octubre de 1989, Anguita lograba un salto electoral: duplicando los resultados, hasta los 17 escaños. Cuatro años después, en 1993, Anguita crecía hasta los 18 escaños, y el PSOE caía hasta los 159. 
Aquellas elecciones fueron clave en la evolución de lo que vendría después: ratificaron el liderazgo de Anguita en su espacio, y la erosión del PSOE de Felipe González, que se quedaba a 17 escaños de la mayoría absoluta y elegía mirar a su derecha, a CiU (17) y el PNV (5), en lugar de a su izquierda para ganarse la estabilidad parlamentaria. González prefirió el acuerdo con Jordi Pujol y Xabier Arzalluz que con Anguita.
Pero el de Anguita fue un resultado marcado por su primer infarto, el 28 de mayo de 1993, cuando se encontraba en plena campaña electoral, en la que hacía todos los desplazamientos por carretera por su rechazo a volar y en la que fumaba más de dos paquetes diarios. 
La legislatura fue agónica, apenas duró tres años, en los que el terrorismo de los GAL comenzaba a salpicar al Gobierno socialista judicialmente; se destaparon casos de corrupción como Filesa; se produjo la fuga de Luis Roldán; y se difundieron las grabaciones del CESID de Juan Alberto Perote, entre otras. Además, la economía cambiaba de ciclo y España entró en una crisis económica que disparó las cifras de paro.
En ese contexto, se acuñan tanto la teoría de las "dos orillas" como la de la "pinza".
"Ese discurso de las dos orillas lo aprobó la dirección, lo propuse yo, pero la formulación no es que PP y PSOE son iguales, yo nunca he dicho que son iguales. El castellano es un idioma que tiene los verbos ser y estar. No le pasa como al inglés y al francés. No es lo mismo ser que estar. Están, y objetivamente están: OTAN, Unión Europea, pacto de Estado, reforma constitucional, situación ante la Iglesia. ¿Y van a estar? Siempre hay sus diferencias, a una fuerza la mido por lo que hace; yo siempre expongo el símil del ajedrez: yo tengo dos alfiles, un alfil en casillas blancas y otro en casillas negras, son distintos, un momento; pero el movimiento es el mismo, ¿son iguales? No, uno va sobre blanco y otro sobre negro, pero hacen lo mismo", explicaba Anguita.
Lo cierto es que aquella teoría de las dos orillas, en la que se situaba políticamente en la misma orilla a PP y PSOE, trajo consigo que alcaldías y comunidades autónomas pasaran del PSOE, o de cogobiernos de PSOE-IU, al PP a partir de las municipales de 1995; y también llevó a una legislatura corta en Andalucía tras los resultados inéditos de Luis Carlos Rejón en 1994 (20 escaños y 19% de los votos) que dejaron a Manuel Chaves con un gobierno en minoría y azuzaron la teoría de la pinza: aquella según la cual IU y el PP tenían una alianza contra el PSOE.
El escenario era complejo: el PSOE de los GAL y Filesa no era necesariamente el de la alcaldía de una ciudad; pero también era verdad que el PSOE prefería gobernar el Estado con la derecha nacionalista en lugar de con la izquierda de IU a la que le reclamaba apoyo en los gobiernos locales y autonómicos. 
Al final, en 1996 llegó José María Aznar a La Moncloa por primera vez, Anguita creció tres escaños y Felipe González terminó dejando la política activa. 
Pero en 1996 las aguas ya bajaban revueltas para Anguita en Izquierda Unida. Él siempre decía que en IU y ese espacio político había tres familias: los socialdemócratas, los de la III Internacional y los comunistas con sangre anarquista, entre los que se contaba a sí mismo. Y para 1996, a pesar de la subida electoral que supo a poco en IU, el proyecto político de Anguita empezaba a sufrir por el lado socialdemócrata: ya en 1992, en el debate sobre Maastricht, IU se abstiene en contra de la opinión mayoritaria de la organización para evitar la ruptura del grupo parlamentario por parte de ICV y Nueva Izquierda.