Fernando VII: Absolutismo y liberalismo. La Emancipación de América Latina


La Restauración de Fernando VII

Tras el Tratado de Valençay en 1813, Fernando VII se preparó para regresar a un país donde gobernaban unos principios políticos completamente contrarios a sus convicciones absolutistas. El monarca demoró su regreso a Madrid tanteando la situación ante la cada vez más evidente debilidad de  los liberales en el interior del país. 
Fernando VII entró en España el 22 de marzo de 1814, recibido por continuas aclamaciones populares. El 12 de abril un grupo de diputados a Cortes absolutistas le presentaron el conocido como Manifiesto de los Persas en el que le reclamaban la vuelta al absolutismo. En el afirmaban: “Señor, era costumbre entre los antiguos persas pasar cinco días de anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias, les obligase a ser más fieles a su sucesor...”, para mejor apreciar después los rigores de un gobierno firme y de poder.
Finalmente, Fernando VII terminó por decidirse y el 4 de mayo de 1814 emite en Valencia un decreto por el que disolvía las Cortes, abolía la Constitución de 1812 y toda la labor legislativa de las Cortes de Cádiz y restablecía el absolutismo

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

El decreto de 4 de mayo  inició un triste periodo caracterizado por la sistemática anulación de las reformas de las Cortes gaditanas y la vuelta al antiguo régimen y al absolutismo.
En un período crucial en la historia de Europa, cuando se estaba dirimiendo el equilibrio de fuerzas tras Napoleón, Fernando VII se mostró sorprendentemente desinteresado por los asuntos externos. Así, pese a haberse enfrentado con el emperador francés, España quedó marginada de los beneficios que las potencias vencedoras de Napoléonrecibieron en la Segunda Paz de París y en el Congreso de Viena  en 1815. Nuestro país, destrozado por la guerra de la Independencia, quedó relegado a un papel secundario en el concierto internacional.
Con una economía depauperada por la guerra recién terminada y con unas colonias americanas que de hecho no producían ningún beneficio a la metrópoli, Fernando VII, apegado al mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender cualquier reforma fiscal que incrementara los ingresos de un estado en quiebra.
La labor del gobierno de Fernando VI se centró en la represión de los enemigos de la restaurada monarquía absoluta. Más de doce mil “afrancesados” tuvieron que exiliarse del país y se inició una dura persecución contra los liberales.
Muchos militares, entre ellos antiguos héroes de la guerra de la Independencia, optaron por las posturas liberales y para hacer frente a la represión se integraron en sociedades secretas de ideología liberal como la masonería.  Estos militares protagonizaron diversas intentonas de golpe militar o  pronunciamiento:  Espoz y Mina en 1814, Díaz Porlier en 1815, Lacy en 1817… Todos los intentos de golpe fueron duramente reprimidos.
El Trienio Liberal (1820-1823)
Finalmente, un pronunciamiento liberal terminó por triunfar. Poniéndose al frente de un ejército que en Cabezas de San Juan (Sevilla) estaba acantonado para marchar hacia América  a luchar contra los rebeldes independientes, el teniente coronel Riego se puso al frente de este contingente y proclamó la Constitución de 1812. Tras diferentes avatares la insurrección se generalizó. El 9 de marzo de 1820, Fernando VII, atemorizado, juró la Constitución de 1812.
Por primera vez, se aplicaba la Constitución de 1812 en una situación de paz y con el monarca en el país. Fernando VII, convencido absolutista, trató de obstruir desde un principio la labor de los gobiernos liberales y el normal funcionamiento constitucional.
Esta actitud del rey va a provocar una fractura política que se extenderá durante décadas:
la escisión de los liberales.
Por un lado, los “doceañistas” pretenderán modificar la Constitución buscando una transacción con el Rey. Para ello, defendieron la concesión de más poder al monarca y la creación de una segunda cámara reservada a las clases más altas. Tras 1833, los "doceañistas" se convertirán en los moderados.
Por otro lado, los “veinteañistas” pedían simplemente la aplicación estricta de la Constitución de 1812. Conocidos también como los exaltados, serán denominados progresistas tras 1833.
La división de los liberales introdujo una gran inestabilidad política durante el Trienio.
Los liberales en el poder durante el Trienio van a aplicar una política claramente anticlerical: expulsión de los jesuítas, abolición del diezmo, supresión de la Inquisición, desamortización de los bienes de las órdenes religiosas... Todas estas medidas trataban de debilitar a una poderosísima institución opuesta al desmantelamiento del Antiguo Régimen. El enfrentamiento con la Iglesia será un elemento clave de la revolución liberal española.
Alentados por las conspiraciones del rey y espoleados por la grave crisis económica pronto surgieron movimientos de protesta contra el gobierno liberal en Madrid.  La contrarrevolución realista se concretará en la aparición partidas de campesinosfuertemente influenciados por la Iglesia en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. Alentados por estas protestas, la oposición absolutista se aventuró a crear Regencia Suprema de España en Urgel, cerca de la frontera francesa. Trataban así de crear un gobierno español absolutista, alternativo al liberal de Madrid El fracaso de la Regencia de Urgel hizo evidente para Fernando VII y los absolutistas que la única salida para acabar con el régimen liberal era la intervención de las potencias absolutistas europeas.
Tras la derrota de Napoleón en 1815, las grandes potencias absolutistas (Prusia, Austria, Rusia y la Francia de Luis XVIII), reunidas en el Congreso de Viena y coaligadas la Santa Alianza, se habían comprometido a intervenir ante cualquier amenaza liberal que surgiera en Europa contra los principios de la Restauración (absolutismo, antiguo régimen). Así, reunidas en 1822 un Congreso en Verona, las potencias acordaron la intervención en España. El 7 de abril de 1823 un ejército francés, conocido como los “Cien Mil Hijos de San Luis”, entró y, sin encontrar resistencia popular, conquistó fácilmente el país. El 1 de octubre puso fin al último foco de resistencia del gobierno liberal en Cádiz y repuso como monarca absolutista a Fernando VII.

La Década Ominosa (1823-1833) y la emancipación de América Latina

La Década Absolutista, conocida como Década Ominosa por los liberales
El mismo día en que Fernando VII fue liberado por los Cien Mil Hijos de San Luis promulgó un decreto por el que anulaba todo lo legislado durante el Trienio. El monarca trataba de nuevo de volver al absolutismo y al Antiguo Régimen.
Inmediatamente se inició la represión contra los liberales Riego fue ahorcado en Madrid en noviembre y, aunque la Inquisición llegó a ser restablecida, se crearon Juntas de Fe que ejercieron la función inquisitorial y represiva. El maestro valenciano Cayetano Ripoll fue la última víctima legal del fanatismo religioso.
Pese a la represión, las conspiraciones militares liberales continuaron. El peligro de nuevos pronunciamientos llevó a Fernando VII a tomar una medida extrema, la disolución del ejército. El monarca pidió a Francia que se mantuvieron los Cien Mil Hijos de San Luis mientras se reorganizaban las fuerzas armadas. En torno a 22.000 soldados franceses se mantuvieron en nuestro país hasta 1828.
Paralelamente, el régimen absolutista abordó la depuración de la administración, lo que llevó a la expulsión de miles de funcionarios, especialmente docentes.
Uno de los pocos factores positivos de esta última década absolutista fue la reforma de la Hacienda emprendida por el ministro López Ballesteros. La reforma permitió un cierto equilibrio presupuestario, al que no fue ajeno el aminoramiento de los gastos militares tras  la independencia de las colonias.
La Emancipación de las colonias americanas
Diversos factores explican el desencadenamiento del movimiento independentista:
  • El creciente descontento de los criollos, descendientes de españoles nacidos en América, quienes pese a su riqueza y cultura tenían vedado el acceso a los grandes cargos políticos en las colonias, reservados para los peninsulares.
  • Las limitaciones al libre comercio y al desarrollo económico de las colonias impuestas por el régimen colonial. Estas limitaciones perjudicaban económicamente a la burguesía criolla.
  • La influencia de las ideas ilustradas ejemplo de la independencia de los Estados Unidos de América.
La crisis política producida por la invasión napoleónica, que privó de legitimidad a las autoridades que representaban a la monarquía de José I en las colonias.
En el proceso de independencia se pueden distinguir dos grandes etapas:
1808-1814 
Los territorios americanos se declararon independientes de la España napoleónica, pero mantuvieron sus lazos con las autoridades de Cádiz, enviando representantes a las Cortes.
Cuando Fernando VII fue repuesto en el trono, todas las colonias, excepto Argentina, volvieron a unirse a la Corona española.
1814-1824 
La vuelta al absolutismo propició pronunciamientos militares que rápidamente derivaron hacia posturas independentistas entre los criollos. Esta deriva fue alentada por Inglaterra, que rápidamente se hizo con la influencia económica en la zona, y  por Estados Unidos.
Entre los caudillos independentistas sobresalen las figuras de San Martín y Bolívar. Las guerras de independencia siguieron una trayectoria compleja y culminaron con la derrota española en Ayacucho en 1824. Esta batalla puso fin a la dominación española en América. Sólo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico siguieron ligadas a la metrópoli.
Simón Bolívar planteó la alternativa de la unidad americana tras el fin del imperio hispánico. Los localismos, las mezquindades de los nuevos dirigentes, el atraso económico, las dificultades de comunicación, ayudados por las maniobras de Estados Unidos, llevaron al fracaso del ideal bolivariano y a la fragmentación política de la América hispánica.

Publicado en http://www.historiasiglo20.org/HE/9c-1.htm