Sabor a ti
Sin razón y sin derecho, sin tallar la vida,
mujer desorientada con rezos en silencio
llegué a ti incapaz de encontrar un lugar
en la existencia escurridiza de cruel relevancia
e implacables recuerdo.
Tú, con sonrisas, inexplicables vergüenzas
y miradas profundas exentas de falsas ceremonias.
Yo, hilvanando pensamientos
recorriendo aristas de lo vivido,
quería tocarte, morderte
y esconderme entre tus pechos
desmaquillando pareceres y opiniones contrarias.
Ayer, tú y yo guiñando a la suerte
recorrimos nuestros cuerpos
en noches de calma y quietud
sin miedo de absurdos, rídiculos
y agoreros pensamientos.
Hoy solo queda el amargo
sabor del desencuentro
Victoriano