"El cura y la tahonera", un romance de por aquí.

EL CURA Y LA TAHONERA

Siéntate, si estás despacio
te contaré el entremés,
lo que le pasó a un tahonero,
casado con su mujer.
La visita el señor cura,
la quiere pisar un pie.
Déjale que te lo pise,
si te da bien de comer.
Aviaron un pollito
con mucho azúcar y miel,
y al echar la bendición
a la puerta llama Andrés.
Señor cura, mi marido,
¿dónde le meteré a usted?
Méteme en ese costal
y arrímame a la pared,
como es casa de tahona
nadie lo echará de ver.
Y al entrar Andrés en casa,
es lo primero que ve.
¿Qué hay en ese costal
arrimado a la pared?.
Fanega y media de trigo
que ha caído que moler.
Sea trigo o sea cebada
mis ojos lo quieren ver.
Y al destapar el costal
lo primero que se ve;
la corona al señor cura
y el sombrero calañés.
Buenos días, señor cura.
Buenas las tengáis, Andrés.
Parece que Dios lo ha hecho,
que a mi casa venga usted;
que tengo la mula coja
y ha caído que moler.
Lo engancharon a la una,
lo soltaron a las tres.
Se le ha caído el pañuelo,
no se ha bajado a por él.
Pasó por la cantarera,
no se ha parado a beber.
Al otro día de mañana,
a misa fue la Isabel.
Señor cura, mi marido,
que a mi casa vaya usted,
que sigue la mula coja
y ha caído de moler.
Que lo muela el gran demonio,
que yo no lo he de moler;
que si cien años viviera,