Buen libro "Manual de infractores" de J.M. Caballero Bonald.


Esta vez poesía, y un poeta de los que se entienden. Es un libro apto solo para inconformistas rebeldes, para gentes que hayan visto la felicidad, aunque sea fugazmente y, sobre todo, para quienes hayan empezado a no reconocerse cada mañana en el espejo, porque a duras penas les quedan recuerdos vagos de su ayer.
Si perteneces a alguno de los grupos antes mencionados, acércate a este libro; pero con una cierta cautela, porque en algunos momentos abrasa. Te preguntarás por qué este poeta viene ahora con estas después de tantos años de silencio poético. Él se encarga de explicártelo: "Soy aquel que no quiso / recurrir al recurso del silencio / cuando ya no quedaban palabras por aquí."
Son muchos los elementos desasosegantes. El primero de ellos, quizás, sea el que nace de la constatación de los estragos que causa el paso del tiempo..
No resulta menos intranquilizador el descubrimiento de que con el paso del tiempo apenas si uno se reconoce: "¿Dónde estoy, / dónde estaba, qué hago, / quién se parece ahora al que yo fui, / cómo se llama el que yo era? / Me desconozco..."
Pero sin embargo, algo hay que sostiene en pie a Caballero Bonald. "Fui feliz fugazmente algunas veces, / entre dos furias fui feliz, / lo fui de vez en cuando sin saberlo". No se merecía menos alguien dispuesto a tanto ("una nueva emoción a cambio de la vida") y que orgullosamente proclama: "soy aquel que se jacta de haberse equivocado / cuando con más facilidad pudo impedirlo."